La influencia del entorno social en el arte.
The influence of the social environment on art.
Universidad Tecnológica de León.
Por: Mariana Álvarez Rodríguez.
Para poder dar inicio con lo inverosímil de mi percepción sobre el tema planteado en el título de este ensayo, es necesario establecer lo que representa o significa el arte a estas alturas de su historia.
Arte es un medio de expresión en función de las inquietudes, deseos y necesidades que invaden al individuo creador de las obras (artista), quién busca proveer al espectador de conocimientos mediante la materia, según José García Leal1 .
Es gracioso que de una manera inmediata el espectador esté consciente (ahora) de que la obra de arte expresa circunstancias que corresponden a su tiempo, y es que se vuelve inevitable deslindarnos del hecho de que toda obra es resultado de su época y nada más.
Bien, ahora que ya concreté un poco el significado de arte vienen a mi mente varias preguntas, las cuales no son relevantes pero por alguna razón las concebí, así que les atribuiré cierto valor.
La sociedad en general ya no busca el lado rosa de las cosas, de hecho está cada vez más inmersa en un mundo de dramas en el que el sufrimiento es un motor para continuar, ¿será por tal razón que en la actualidad, las obras regularmente representan situaciones desagradables, que entre más grotescas se tornan, mayor es su aceptación entre el público? El artista comúnmente se considera un vocero y responde a su público, él trata de exponer asuntos que lo inquietan y que embargan a la sociedad, entonces ¿las personas aceptan solo aquellas obras que les muestran una situación familiar? ¿trascienden las obras según el grado de identificación del espectador con ellas?
Es evidente el hecho de que las obras de arte son el reflejo de su tiempo, por ende siempre (en la mayoría de los casos) propondrán y plasmarán asuntos que corresponden específicamente a su contexto. Debemos estar conscientes de que la sociedad actual es presa o cómplice misma de todo lo que sucede, la ignorancia ya no es tan común, vivimos acelerados y al mismo tiempo con una pereza mental, el espectador está cansado de reflexionar sobre la obra que se le muestra, entre más evidente sea el tema que engloba la pieza que se encuentre ante él será mejor, ya que una vez digerida la información visual decidirá si se adentra en su contenido conceptual, sin embargo ¿quiere decir que el artista debe dejar de lado su idea auténtica, para concentrarse principalmente en lo que será aceptado? ¿qué tan válida es esta postura de saciar las expectativas del público, antes que las propias del artista? ¿será una obra que más que trascendental corresponde a una moda?
Todas estas cuestiones será más sencillo comprenderlas y hasta resolverlas de acuerdo con Friedrich Nietzsche, Martin Heidegger, Theodore Adorno, Jean François Lyotard y George Dickie, ya que en su tiempo, ciertas preguntas (muy similares a las que expuse anteriormente) los perturbaron lo suficiente como para emitir teorías al respecto.
Existe una situación que en lo personal es más que lógica y evidente a la creación de obras se refiere y en cuánto a los propios artistas. Sin duda alguna la obra de arte proviene de la concepción y objetivación de ideas por parte de su creador, este individuo capaz de producir arte es un ser humano y por ende (irremediablemente) un ser social, jamás podrá deslindarse de dicha condición adjudicada desde el momento en el que nace y comienza a relacionarse con su entorno y otros individuos, para poder comprender ciertas cosas que suceden a su alrededor (Lyotard2).
Con lo anterior afirmo que el arte como tal, siempre se verá afectado ya sea parcial o totalmente por su entorno, es decir, el artista consciente o inconscientemente percibirá lo que ocurre en su época, de tal manera que cada obra que produzca proyectará la visión (percepción) de éste con respecto al medio en el que se desarrolla, aquel que diga lo contrario miente, ya que es inevitable estar influenciado (siendo artista o no) por el exterior (Adorno3).
Actualmente el arte ha adquirido un sentido “kitsch” a elección, es decir que muchas de las obras han sido dotadas de información evidente, vulgar e inclusive grotesca, con la intención de remover en el espectador los sentimientos más inmediatos sin necesidad de generar en este una reflexión e interés verdadero. Es sumamente factible crear obras que muestren situaciones familiares para el público, por ejemplo en México, el temblor del 85 fue un suceso importante, al producir una obra que hable sobre tal situación será segura la aceptación de esta por los espectadores mexicanos, ya que se verán identificados, a no ser que las condiciones que proponga la pieza sean irreales, el receptor solo se conformará y afirmará lo que se le muestre, esto por mencionar un ejemplo inmediato y específico. Ahora, la sociedad en general se ha acostumbrado a ver y tratar toda clase de temas y sucesos. Ya casi nada se maneja con misterios: prácticamente las cosas son claras y directas, sin importar su magnitud, probablemente por tal razón muchos artistas procuran causar en el espectador repulsión y una serie de sensaciones desagradables para trascender en este, si no por la obra en sí, al menos por los sentimientos que logró desencadenar en él.
Por otro lado, lo anterior suele confundirme un poco, ya que me hace dudar sobre la labor del artista, considero que si produce obras que carecen de todo un proceso o concepto. Y se dedica a crear réplicas de aquello que ya ocurrió, entonces no está aportando mucho, y al ser un narrador a través de sus obras se vuelve conformista. Francamente coincido con el hecho de que el artista posee la capacidad de ver la realidad aparente, pero basta que gire los ojos hacia adentro para generar una introspección y mostrar una realidad alterna a la existente (Nietzsche4). De cualquier manera no estoy tratando de enjuiciar, quiero comprender que habrá artistas a los que no les interese exponer situaciones inexistentes y decidan trabajar con lo que ya resulta sumamente familiar, supongo que quieren conocer para poder modificar a su favor, en lugar de experimentar y arriesgarse a la equivocación. Me atrevo a sostener que aquellos artistas que anteponen los deseos de su público a los propios dejan de “ser” y se transforman en prostitutas baratas, en las marionetas y en el eco de las masas, saben que si producen obras que de antemano la sociedad va a aceptar, estarán seguros, serán respetados y acogidos en un mundo de hipócritas, así que prefieren permanecer con tal comodidad, a perder su tranquilidad en el momento en el que decidan ir contra la corriente. No puedo decir qué es válido y qué no en este mundo tan abierto del arte, pero sí puedo exponer lo que a mi parecer suele ocurrir.
Cada época tiene sus características artísticas, surgen movimientos como reacción de los artistas a un mundo que cambia con gran velocidad. En realidad ninguna tendencia artística es puramente nueva, la mayoría son reciclajes que hacen interminable el círculo de lo nuevo= viejo y viceversa (Heidegger5). Las obras resguardan (a pesar de lo anterior) la esencia de su tiempo y es casi inevitable caer en la producción artística que se encuentra en auge (moda).
En la producción actual, el movimiento conceptual ha cobrado vida de nuevo y se ha convertido en la principal fuente de exploración de los artistas (por la libertad que promueve en la creación); hace sesenta años era el expresionismo abstracto; en fin, lo que nos hace darnos cuenta de que todo tiene caducidad y hasta que no se decida terminar con una tendencia específica, las cosas continuarán igual, lo ideal sería producir y evitar asignar la obra en tal o cual movimiento artístico, pero es imposible ya que no falta a quién le recuerde una pieza del pasado.
La decisión de crear cierto tipo de obras le corresponde única y exclusivamente al artista (dentro de mi particular punto de vista), esto de acuerdo a las intenciones que tenga para producir. Hay miles de posibilidades, las más simples son; ser un artista capaz de expresar realidades no aparentes, pero que causen reflexiones y transmitan al espectador su visión, o pertenecer a los artistas que se dedican a sacrificar lo que realmente piensan con tal de ser aceptados, vanagloriados y prestigiados, de tal manera que sus obras se vendan como pan caliente y terminen en una bonita “sala” o “cocina”.
Es fácil perderse en la multitud: día y noche los medios y la vida misma nos bombardean con asuntos que muy probablemente nos perturben. Artistas o no, todos somos parte de una sociedad, no podemos ignorar lo que ocurre o deja de ocurrir, la diferencia que existe entre una persona que no es “artista” y otra que sí lo es, consiste en que la primera solo percibe lo que sucede y continúa con su existencia, mientras que la segunda tiene la oportunidad de tomar aquello que la indigna, la hace feliz, la motiva o simple y sencillamente le permite imaginar una realidad alterna, depositada en una obra, proyectando su propia visión de lo que ocurre y permite al resto de los individuos observarla y comprenderla en el mejor de los casos (el artista tiene la libertad de protestar ante los acontecimientos sociales sin temor a represalias).
El artista detiene el tiempo a través de su obra y le brinda al espectador la oportunidad de entablar una comunicación entre la esencia de la pieza y él (el arte es un diálogo con la sociedad). Es muy romántica y cursi esta visión, pero hay que aceptar que si produces una obra es porque quieres decir algo y ese algo puede ser muchas cosas, ya que corresponde a la diversidad de interpretación del espectador. Lo que quiero decir es que el entorno afecta al artista (al que denominaré sujeto “A”) en su producción de obras, a tal grado que este de manera inevitable expresará aquellos asuntos que lo inquietan y que probablemente pueden verse desde otro panorama, más positivo o cruel según sea el caso.
No cabe duda que el sujeto “A” está constituido por una dualidad, es decir que debe ser un artista y un hombre de mundo. Al ser hombre de mundo se encontrará dentro de las condiciones sociales cotidianas, y al ser artista será capaz de extraer la esencia verdadera de todo, hasta lo más trágico, con la finalidad de mostrar lo visible de lo que suele ser invisible, ya que resulta tan común que llega a perder relevancia y deja de causar sensación alguna en los individuos.
Finalmente, exista o no el sujeto “A”, la vida (si es que se le puede llamar así al hecho de ocupar un espacio en este tiempo determinado mediante la presencia física) continuará, la diferencia es que a través del arte y por ende a través del artista, es posible revelar a la sociedad y al mundo en sí, aquel detalle que siendo mínimo aún importa y tiene su relevancia por el simple hecho de existir, solo falta detenernos y percatarnos de lo que trata de decirnos.
Ahora quiero aterrizar los roles (por denominarlos de algún modo) que George Dickie6 planteaba en el círculo del arte. Definitivamente si alguno de los elementos que lo constituyen llega a faltar, todo fracasaría. Estoy segura de que los papeles más relevantes en el juego del arte los poseen el espectador y la obra en sí (considerando evidentemente la existencia del artista para la producción de la obra). Sin obra no hay nada que decir, y sin espectador, no hay a quién transmitir la visión alterna de la realidad que plantea la obra.
Resumiendo lo anterior me es más sencillo traducirlo de la siguiente manera:
1. GARCÍA Leal, José. Filosofía del arte. Ed. Síntesis). España 2002, p. 30
2. LYOTARD, Jean-François. La condición post-moderna. trad. Mariano Antolín Rato, Red Editorial Iberoamericana, México, 1990, p. 9-116.
3. ADORNO, Theodore W. Teoría estética obra completa, 7 ed,. trad. Jorge Navarro Pérez, Ed. Akal/básica de bolsillo). España, 2004, p. 7-509.
4. NIETZSCHE Friedrich. El nacimiento de la tragedia. trad. Andrés Sánchez, Ed. Alianza) Madrid, 2005, p. 7-82.
5. HEIDEGGER Martin. El ser y el tiempo. trad. José Gaos, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 2002. p. 33-122.
6. DICKIE George. El círculo del arte. trad. José Sixto Castro Rodríguez, Ed. Paidòs, Barcelona, 2005 , p. 60.
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